Introducción
Cuando termines de leer este artículo, la industria de lana de roca habrá generado cerca de 20 toneladas de desechos por cada 100 toneladas de Lana de roca producida. Y no, no nos referimos a que este artículo sea muy largo. Pero si a la magnitud de la generación de residuos que parten de las actividades propias de la industria de lana de roca.

Estos residuos luego son tirados o enterrados en vertederos en China, India, Alemania, Polonia y a lo largo de países de la Unión Europea. Esta última institución tiene proyectada incluso para el 2030 contar con 2.8 millones de toneladas de desechos de lana de roca en su jurisdicción. Hablamos de lo suficiente como para poder cubrir 11,200 estadios de futbol americano.
De igual manera, esta industria atenta al planeta con la constante emisión de 167 kg de CO2 a nuestra atmósfera. Esto solo para producir 1 metro cúbico de lana de roca. Listo para ser transportado, comercializado, utilizado, reci…
Y eh ahí el problema. Este sustrato, que muchos aficionados a la Hidroponía deben conocer, no cumple con un ciclo de vida particularmente amigable con el medio ambiente. Muy por el contrario, este material tiene 0 capacidad para biodegradarse e incluso reciclarse.
La Hidroponía como la conocemos actualmente parte de las intenciones de uno de sus principales pioneros, Dr. William F. Gericke. Profesor de la Universidad de California quien en 1936 demostró en televisión nacional una técnica para cultivar sin suelo a la que acuñó Hidroponía. Gericke, quién ya había creado sensación en los medios con sus cultivos de tomate Hidropónico de más de 7 metros y medio de altura, describía su propio trabajo como la solución más eficiente, productiva y económica para atender los problemas de alimentación mundial. Una manera en la que la humanidad pueda alimentarse a sí misma.
Ya en la década de los 60, y gracias a la iniciativa del sector privado, es que en esa década se lanza al mercado el primer film plástico apto para la cobertura de cultivos. Como resultado los sistemas de Invernadero empiezan a popularizarse a lo largo de toda la costa del mediterráneo europeo.
Gracias a esto, años más tarde estos sistemas empiezan a aparecer por toda la costa oeste de Estados Unidos y es ahí que la Hidroponía vuelve por la puerta de enfrente a su lugar de origen. Era 1997, y la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) de los Estados Unidos de América tenía clasificado al bromuro de metilo, como una sustancia mermadora de la capa de ozono de Clase I.
Este potente pesticida era de uso extendido por todo el mundo para el tratamiento de tierras contra insectos, malezas y enfermedades. Y ahora el EPA ha puesto las fechas límites para el cese tanto de la producción y comercialización de este pesticida a pesar de no contar con una alternativa comparable. Ante esta situación, muchos granjeros sucumbían ante la incertidumbre de no contar con una alternativa clara para continuar con la producción agrícola de la cual dependía su subsistencia.

Es ahí, y gracias al bagaje de conocimientos de décadas de investigación, que la Hidroponía, se presenta como un caballito de batalla ante los problemas ambientales de la época.
Con la misma EPA presentándola como una alternativa óptima para los agricultores, de ventajas prominentes tales como el no uso de pesticidas para remediar la tierra, un mejor aprovechamiento del agua (una décima parte de lo utilizado en la agricultura con sistemas de irrigación) o poder atender la creciente demanda de productos fuera de estación. Una extensión de los beneficios que ya traía la producción sostenible en invernaderos para poder superar condiciones ambientales adversas.
Sin embargo, con el pasar de los años fue reluciendo la otra cara de la moneda, en la forma de un uso indiscriminado de sustratos de Lana de roca de un solo uso, los cuales, para fines del milenio pasado, representaban cerca del 75% del total del flujo de desechos sólidos generados por la Hidroponía. Gran cantidad de los cuáles terminaban acumulándose en vertederos al no contar con las propiedades óptimas para su reciclado.
Una Alternativa Ecológica
La sostenibilidad se ha convertido en una de las principales preocupaciones de nuestra sociedad. Esto incluye minimizar el impacto ambiental de todo tipo de actividad humana. En el caso de la gestión de residuos la mejor forma de minimizar este impacto es a través de la prevención. Ya sea a través de reciclaje de circuito cerrado (utilizar los materiales desechados como materia prima para la fabricación del mismo producto) , reciclaje de circuito abierto (utilizar los materiales desechados como materia prima para la fabricación de otros productos) o la abstención en el uso de este material y la búsqueda de alternativas.
Dentro de este panorama de acumulación de desperdicios, resalta la alternativa. Hablamos del uso de Musgo Sphagnum como sustrato, que de entrada cumple con creces las 2 propiedades que todo buen sustrato debe poseer.
Buena porosidad
Representa el espacio libre entre las partículas sólidas de un sustrato para el flujo de aire y agua hacia las raíces de las plantas. El Musgo Sphagnum cuenta con pequeñas y finas partículas lo que implica una mayor disponibilidad de espacio para el movimiento de agua de manera uniforme a todas las partes del sustrato que sostienen a las raíces.
Retención de nutrientes o lo que los anglosajones llaman field capacity.
Es la cantidad de agua que un sustrato puede retener contra la fuerza de gravedad, lo que permite contar con una reserva de agua y nutrientes disponibles para el desarrollo de tus plantas. En el caso del Musgo Sphagnum, este sustrato es capaz de retener hasta en 7 veces su peso en agua. Manteniendo un nivel de humedad adecuado para las raíces de las plantas y evitando que estas se estresen.
Es gracias a esta última cualidad que este sustrato luego de su uso en Hidroponía ya sea mediante los sistemas de Raíz flotante, Kratky o la infinitamente superior NFT, retiene todos los macronutrientes necesarios hasta para poder cultivar una papa en terreno marciano.
OK quizás estemos exagerando con eso, pero los hechos nos respaldan. Y en este caso una investigación del Instituto Albrecht Thaer de Agricultura y Ciencias Hortícolas de la Universidad de Berlín demostró que con 269 kg de sustratos de Musgo Sphagnum reutilizados es posible cultivar hasta 1 hectárea completa de Kale (la variedad Etíope, no la variedad menos nutritiva y de hojas más duras que comen los alemanes) sin hacer uso adicional de ningún fertilizante mineral.

Una Carga Ambiental De Proporciones Catastróficas para la Tierra
Ahora para conocer el alcance total de la Huella de carbono que genera la industria agrícola tradicional, existen unos actores igual de predominantes en esta situación de dependencia a insumos de elevado consumo energético que viene caracterizando de hace mucho tiempo al sector.
Hablamos de los Fertilizantes minerales. Estos se empezaron a producir a escala industrial en 1913 por la compañía alemana BASF, alcanzando una producción diaria de 20 toneladas por día para 1914. Bien entrados en el siglo 21, el consumo global de estos fertilizantes minerales alcanza la astronómica cifra de más de 185 millones de toneladas anuales. La respuesta a esta astronómica cifra es muy clara. El incremento de la población global.
Conforme esta correlación siga avanzando en el tiempo, la producción de alimentos continuará expandiéndose para poder atender la creciente demanda alimenticia de una mayor población. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) hablamos de un incremento de hasta en 80% de la producción agrícola para 2050, agravando más la dependencia del sector a la producción de fertilizantes minerales. Dentro de ellas, es la producción de fertilizantes de Nitrógeno y su principal componente Ammonia, la responsable de más del 90% del consumo de energía para la producción de fertilizantes. El Nitrato de Amonio cuenta con una huella de carbono de 6.2 kg de CO₂e emitidos a la atmósfera por cada kg de fertilizante producido.
En esa línea encontramos otros productos fertilizantes con una altísima huella de carbono, tales como el Superfosfato Simple para el Fósforo, el Muriato de Potasio para el Potasio o el Calcário Dolomítico para el Calcio, que incrementan en 1.65 kg de CO₂e el impacto ambiental. Un panorama que agrava la ya altísima huella de carbono de la producción de Nitrato de Amonio.
Un dolor de cabeza para los Recicladores de plástico
Con todo lo horrible mencionado anteriormente, es preocupante que aún ni lleguemos al principal temor y dolor de cabeza para grupos medioambientalistas y Asociaciones de Recicladores cuando se habla del impacto ambiental asociado a la industria alimenticia.
Los Clamshells o envases tipo concha que aparecieron en los supermercados como una iniciativa de la industria de envases para tomar ventaja de la maleabilidad de los polímeros plásticos para dar una forma a estos envases que incremente el atractivo visual y la visibilidad de los productos que se buscaban vender en estanterías. Estos envases son ahora la principal fuente de preocupación de la comunidad medioambientalista, así como de la industria del reciclaje.
Según CarbonCloud estos envases cuentan con una huella de carbono de 7.78 kg de CO₂e por cada kg de envase producido. Cifra que refleja el alto nivel de gases de efecto invernadero que genera la industria alimenticia actual, los cuales son emitidos en cada etapa del ciclo de vida del plástico.
En muchos casos estos envases se utilizan solo para almacenar la vergonzosa cantidad de 2 plantas por empaque. Llevando a uno a pensar si lo que está pagando cubre siquiera una milésima parte del impacto ambiental que las actividades de extracción de petróleo y refinamiento para obtener este envase le generan al planeta.
SkyTree®
Afortunadamente dentro de la industria privada han aflorado soluciones que brindan alivio dentro de este panorama de incertidumbre sobre la huella de carbono con la que el propio sector de alimentos viene azotando al planeta.
En un inicio mencionamos que la Hidroponía era el caballo de batalla ante los problemas medioambientales de la sociedad contemporánea.
Ahora este caballo de batalla llega en presentación de menos de medio metro cúbico, es portátil y brinda a tu hogar justo lo que tu familia necesita. Una alimentación saludable y un futuro esclarecedor.
Es una solución que integra el Musgo Sphagnum como sustrato biodegradable y permite cultivar desde 25 a 45 plantas en simultáneo.
Un sistema que te brinda verdadera libertad de elección
La elección de poder afrontar la incertidumbre que rodea al cambio climático con un sistema de cultivo resiliente a estos cambios. La elección de brindar a tu familia la alimentación que se merece.
Basta de seguir iniciativas verdes que se diluyen con el tiempo y terminan amarillas o de dejar en manos de iniciativas públicas la seguridad alimenticia de tu familia. Seas parte de una institución o la cabeza de una familia, son las decisiones que uno toma en el presente las que brindarán una calidad de vida digna para las generaciones del futuro.